Al recibir la transcripción de la orden de la Asamblea previniéndole que si no se acomoda a seguir en su empleo en los términos del Decreto aludido debe continuar desempeñándolo hasta tanto haya otro, que lo sirva contesta que desde que vio el decreto presentó su renuncia, protesta que ningún medio ni fuerza será capaz de hacerlo continuar lo que se repite ahora a pesar del respeto y consideraciones que le merece el Cuerpo Legislativo. Cree que éste tampoco puede dictar una orden semejante evasiva o depresiva de la libertad, individual, tan sagrada en nuestro código elemental y que si por la fuerza se le quiere obligar a servir un destino que no quiere, ni es de los llamados cargas concejiles, está resuelto a abandonar para siempre una Patria que si bien le es adorable
