El Hermano Francisco de Aguirre, maestro de la escuela de niñosde Cartago, se queja de que disminuye la asistencia de sus alumnos, por lo que tendrá que abandonar la escuela. Juan Sancho de Castañeda, Alcalde Ordinario y Teniente de Gobernador, ordena que todos los niños que hubieren de aprender a leer y escribir acudan a dicha escuela.